LA CORRECCIÓN FRATERNA
XXII Domingo. 17 de septiembre 2017
San Mateo 18.15-20
Queridos amigos;
¡EL TODO VALE NO SIRVE!
En este Evangelio todos los predicadores se olvidan del primer párrafo y se van al segundo, porque es más fácil ejercer el poder que hacer la corrección fraterna.
¿Quién le dice al prójimo que no tiene razón? ¿Que el bien común no es su egoísmo? ¿Que tiene que compartir la vida y los bienes con los demás? Lo hemos visto esta semana. ¿Que un parlamento medio vacío no es una democracia?
Llamar la atención como dice hoy el Evangelio. ¡Esto es palabra de Jesús! Y tener coraje para rectificar y pedir perdón no está de moda. Pone en tela de juicio la autoridad y los valores, lo que está bien hecho y lo que está mal hecho.
Como consecuencia de esto no hay líderes. Hay borregos y diletantes. Vamos a hacerlos con formación. Para poder decir algo al compañero hay que tener liderazgo. Para esto no basta con que el jefe director o el obispo te nombre párroco. El liderazgo solo se consigue con el compromiso y las obras. Sólo no puedes ser líder, no puedes estar sólo para liderar. Necesitas de la comunidad.
Nos pide Jesús en este Evangelio que estemos reunidos, no dispersos. Hay muchos cristianos dispersos: “Que si yo soy de Juan, yo soy de Pedro…”.
Nos piden no ser masas, sino comunidad. Igual a ser selectos. Para ser verdadero amigo de alguien uno selecciona la amistad. Cualquiera no vale.
Te preguntarás ¿dónde se seleccionan los amigos de Jesús? En la comunidad de Fe. Es la concentración para ser seccionado. Es donde puedes escuchar su proyecto del Reino de Dios sobre la tierra. Donde puedes sentir su marca y tener el secreto de toda comunidad viva. No esperéis en los curas, esperad en Jesús. Jesús es el único que puede regenerar vuestra Fe y rellenar los espacios vacíos de nuestra parroquia. Pero hay que pedirlo juntos y practicando la corrección fraterna que no resulta nada agradable. ¡EL TODO VALE NO SIRVE!